Tengo leves recuerdos de esa época de mi infancia, pero los que tengo son bien claros, bastante definidos.
Recuerdo ese tiempo en el que sin que yo lo sospechara todos me diagnosticaban un desorden inconciente del que en el futuro se me hablaría, del que yo tendría pocos recuerdos, pero mi mente ingeniosa se las arreglaría para traerlos y alimentarlos, para que ese problema del pasado me carcomiera en varias etapas de mi vida, esa sospecha termino metiendo dentro mío a un ser al que muchas veces admire, muchas veces aborrecí, pero siempre respete y jamás deje vencerme del todo, jamás me rendí ante su presencia.
Toda mi familia paranoica con mi "enfermedad", tan chiquita, tan débil, tan flaquita, ¿que podría pasar en esa cabecita ingenua?, solo seis años y ya una mente transformada. Tuve señales que me podían hacer ver que mi entorno estaba preocupado por mi, quizás las visitas tan frecuentes al médico, las charlas del pediatra a solas con mamá y papá y todo empeoró...
Una tarde estaba mirando la novela protagonizada por Andrea Del Boca de esa época, no recuerdo cual de todas fue pero algo me dice que era "Celeste, siempre Celeste", recuerdo una escena en la que la protagonista con el uniforme escolar puesto empezaba a pensar que probablemente estuviera embarazada, mientras conversaba en el recreo con las amigas en ronda, sus nauseas interrumpían la charla y llevándose una mano a la boca corría hacia el baño del colegio. Ahora, mi mente infantil no buscaba más que actuar como ella, recrear la escena que en mi imaginación había sido tan divertida, entonces cometí un error. Ese mismo día tuve ganas de ir al baño en medio de la cena, me levante y corrí hasta el lugar llevándome la mano a la boca, escuche a mi hermano mayor decir "¿por qué te tapas la boca?" y ahora, veo que en el contexto de preocupación que tenían era una de las peores cosas que podía hacer, logre volverlos más locos a todos. Seguramente fue después de ese episodio que volvimos al consultorio de Agustín, de nuevo el control de peso y estatura seguido por la charla con mamá y papá. Paramos en una farmacia y regresamos a casa, a partir de ese día iba a notar que algunos detalles cambiaban. De golpe vi. que no podía levantarme para ir al baño mientras comía, no podía levantarme hasta una hora después de haber comido, la balanza había sido escondida y cada vez que tenía la necesidad de ir al baño era acompañada por mi mamá, viene a mi mente una conversación en la que yo simplemente le digo "no voy a vomitar" y ella respondió "no necesariamente". Al día siguiente me vi obligada a tomar un remedio que abriría mi apetito y por ende me obligaría a comer más de la cuenta. La preocupación de mi familia ya me caía mal entonces con mi mejor sonrisa y mirada de felicidad le conté a mi mamá ese mediodía que me había comido cinco platos de puré, que de verdad el remedio hacía efecto. La cosa quedo ahí, de a poco dejamos de visitar tan seguido al medico y dejaron de acompañarme al baño aunque la balanza jamás volvió a aparecer (pero descubrí donde estaba escondida) y el régimen de levantarme de la mesa seguía vigente. Con el tiempo ya no se hablo de la intrusa que tenia adentro mío o que quizás jamás estuvo, a veces creo que si y culpo ligeramente a todas las mujeres de la familia matándose por ser flacas, con dietas estrictas. Viene a mi cabeza otro episodio, una tarde de mates, creo que en verano con mi tía, mi prima y mi mamá, alguna me pidió que vaya a buscar las galletitas y el queso untable, pongo las cosas sobre a mesa y haciendo referencia al envase verde sinónimo de light del queso y las tostadas de salvado mi tía replico "¿qué hace esta chica comiendo cosas light?”...
En fin, ahí tengo los pocos recuerdos y los traigo al presente porque siempre me acompañaron pero en estos días los lustro porqué mi madre me confesó que el remedio mágico abre-apetitos era solamente agua. ¿Lo que hace la psicología no? como nos traiciona la mente, como jugaron con mi ingenuidad y como espantaron a la enfermedad tan temida por ellos de mi pequeño cuerpo e inocente cabecita.
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