lunes, 19 de diciembre de 2011

Con sonrisas enfrentar la vida - INTRODUCCION

Intro (presente)

El despertador sonó como todas las mañanas, ese sonido estaba en la lista de los más odiosos que alguna vez había escuchado. Eloisa continuaba con los ojos cerrados pero con la mano extendida hacia la mesa de luz dio un golpe que cortó el sonido. Giró sobre si misma y apoyó su cara contra la almohada, respiró fuerte tres veces y volvió a girar. Tomó su celular para mirar la hora, deseaba con todas sus fuerzas que el reloj estuviera equivocado, lo que más ansiaba era seguir durmiendo, pero no, debía levantarse y vivir otras nuevas horas. Respondió unos mensajes que vio y se levanto. Fue directamente al baño. Esos días lucia una hermosa palidez acompañada de ojeras violetas que tapaba con corrector antes de salir a la calle. Miro su reflejo en el espejo, vio su pelo despeinado, despeinado como de costumbre, era su marca personal, uno de sus lemas, dejar que las situaciones la despeinaran, que la gente la despeinara, que el viento la despeinara, vivir la vida sin que le importe nada mas. Luego se detuvo en sus ojos achinados por el sueño, mas achinados que cuando eran normales. China, le decían algunos porque el sueño, el llanto y el alcohol le afinaban los ojos. Se lavó la cara y caminó pesadamente a la cocina, saludó a su mamá con un gesto y abrió la heladera. Saco la leche, preparo su chocolatada, corto dos rebanadas de pan y las tostó, les untó manteca y miel, se sentó a la mesa y miró por la ventana. El cielo estaba de un color celeste humo, quizás era que se aproximaba una tormenta o quizás eran las cenizas de aquél volcán que quedaba lejos, muy lejos de su casa pero que aún así era tan grande que soltaba grandes cantidades de ceniza. Desde la mitad de Septiembre el cielo estaba así. Tomo su desayuno con la mirada fija en él. El último sorbo lo hizo pensando en cada partícula de esas cenizas, esas que estaban cubriéndolo todo, que no le permitían mirar al sol. Apoyó la taza y colgada en su mundo pensó ¿serán estas cenizas las que me están inundando el ánimo también? Algo la hizo volver a esa realidad, un ruido. Su mamá estaba en la misma habitación aunque ella parecía no notarlo, había cambiado de canal la televisión y recién ahí Eloisa pronuncio la primera frase del día “me voy a cambiar”. Caminó hasta su cuarto, cambió su pantalón a rayas multifunción por las calzas negras, cambió su musculosa corta por una remera blanca larga y se puso sus zapatillas, se ató el pelo en una cola de caballo y preparó en su mochila los rollers y una botella de agua. Ya lista se puso sus auriculares y salió a la calle. Correr le hacia bien. Corrió por un rato hasta que llego a una calle rodeada de árboles. Solo había sonido a pájaros, no había autos, no había gente, era perfecta para su momento. Siguió corriendo, corrió fuerte, más fuerte, más fuerte, rápido y rápido y su cabeza pensaba a esa velocidad, más rápido, más ideas, más pensamientos, más recuerdos, rápido, imágenes, rápido, voces, rápido, más, más, más y cayó. Cayó sobre sus rodillas en el asfalto, emitió un grito de dolor y con las manos en la cara comenzó a llorar. Caían lágrimas y se escuchaba solo su lamento, quedó así, dura, con las rodillas en el suelo, llorando, con la mente en blanco. Cuando lloraba no pensaba en nada, solo dejaba que las lágrimas salieran, no le gustaba pensar. El llanto era para ella la forma de arrancar una parte de esa pelota que tenia en el pecho amenazándola con salir siempre en momentos inoportunos. Cuando lloraba respiraba fuerte, se llenaba los pulmones de aire y sentía como dejaba caer al piso temas que le pesaban. Ese momento era su momento para descargar. No podía llorar frente a su mamá, ni a nadie más. No quería que le preguntaran que le pasaba, temía a las preguntas, temía a que la vieran, por eso corría, por eso se escapaba a un lugar solitario, para llorar. Correr era su escape. Cinco minutos después corto el llanto como si no hubiera sucedido, se limpió las lágrimas y se sonó la nariz con un pañuelo. Se levantó del piso y limpió sus rodillas, notó que había roto su calza y que del agujero salía sangre, no le importó, debía seguir, tenia que cumplir la segunda parte de la rutina. Caminó hasta un banco y se sentó para cambiar sus zapatillas por los rollers. Correr la descargaba y andar en rollers la divertía. Por mas que tuviera la rodilla lastimada debía andar en rollers para devolverle a su cara una sonrisa, para que sus ojos se desachinaran. Andar en rollers era ir metiéndose de nuevo en el papel de chica feliz, era practicar el personaje con el que debía llegar a su casa. Tenía que sentir y creer que era feliz, convencerse de eso para que los demás lo creyeran.
Se paró y empezó a andar, tomaba velocidad, frenaba de golpe, daba vueltas, miraba el cielo y aunque estaba ahumado le sonreía a los pobres rayos de sol que lograban colarse entre los árboles. De a poco iba creyendo en ella, borrando de su cabeza que había llorado, cambiando los gestos en su cara como buena actriz que era. Sonrisa, sonrisa, carcajada, respira hondo, y sonríe. Patino hasta llegar a su casa, sintiendo el viento entre su pelo, en su cara. Abrió la puerta y se saco los rollers.
Su mamá la esperaba con el almuerzo, comió poco, pero tomo mucho. Estaba sedienta, por el deporte que había hecho y por las lágrimas que había perdido. Terminó su comida y fue a ducharse. La ducha con agua caliente era su otro momento, su otro escape, ahí tenia otros cinco minutos. Bajó el agua se permitía pensar. Mientras las gotas caían en sus hombros, cerro los ojos y su cabeza le pregunto ¿será hoy un día diferente o será uno mas en el que solo debemos gastar las horas hasta poder dormir? Los ojos amagaron a achinarse pero tragó fuerte y con su saliva tragó las lágrimas. Salió de la ducha y se preparó para salir a su trabajo.
En su trabajo no hacía mucho, lo más interesante de todo era cuando iba hacía el. De camino quedaba la casa de quién alguna vez supo amarla. Eloisa mantenía una excelente relación con la madre de este sujeto y como trabajaban cerca pasaba cada día a buscarla para caminar juntas. Eran solo dos minutos en los que Él aparecía para saludarla y cerrar la puerta. Según su ánimo era el saludo, según el saludo era el ánimo de Eloisa. Había oportunidades que solo gritaba un “Chau” otras que la abrazaba quince veces.
El local en el que tenia que cumplir las horas era tranquilo, ahí si que tenia tiempo para pensar, pero ella no quería hacerlo, tenía miedo a pensar cosas que la lastimaran, miedo a descubrir verdades que no la dejaran dormir. Para impedir esto se entretenía leyendo libros, escuchando la radio a todo volumen, comiendo y sintiéndose culpable luego, mandando mensajes con su celular y lo mejor de todo, recibiendo visitas de sus amigos. Cuando un amigo iba a verla de sorpresa el día de trabajo se le hacia mas leve, las horas le pasaban rápido, merendaban juntos y se reía mucho mas. En el trabajo no podía llorar. Igualmente, recordaba haber llorado en alguna ocasión pero se sintió avergonzada cuando tuvo que atender a una clienta con los ojos achinados y la nariz colorada.
Por el momento ese día no parecía ser diferente a ningún otro. Parecía que solo debía sobrevivir las horas para poder volver y acostarse en su cama. Ese momento era el que la hacia feliz, cuando dormía. Dormir la llevaba a otra parte. A un mundo donde todo era posible, donde nada podía impedir nada, donde ella mandaba y elegía que pasaba. Un mundo donde era feliz, de verdad estaba llena, sonreía francamente, un mundo donde no debía fingir. Siempre se despertaba queriendo dormir un poco mas para poder completar el sueño que estaba teniendo o para soñar cosas nuevas. Dormir le daba paz. Era otro escape. Si repasaba su día en la cabeza había sido igual a los demás: apagó el despertador, desayunó, corrió, lloró, patinó, sonrío, comió, se duchó, llegó a la casa de él, él la saludo sin distancia pero sin efusión tampoco, caminó al trabajo y ahí estaba, sentada en el depósito, mirando su teléfono, esperando que algo le llegara, que algo le cambiara el día, algo, cualquier cosa, que la afectara de alguna manera, necesitaba un cambio, algo que la ayudara a entender.
El regreso a casa fue igual al de siempre, música que la aislaba del mundo, caminata lenta bajo la luna que brillaba un poco más que el sol del mediodía. Movía la boca cantando las canciones que escuchaba y notaba como la gente la miraba con caras raras, creía leer en sus mentes “esta chica está loca” y eso le encantaba porque Eloisa creía fervientemente en que las mejores personas estaban locas, que ser loca era una de sus mejores virtudes, una de las más divertidas, una de las cosas que más amaba de ella. Cada vez que se cruzaba con una mirada extraña le salía una sonrisa que demostraba lo poco que le importaba que la gente no entendiera que ese momento era suyo, pero en ese momento no lloraba, no pensaba, no fingía, era otro escape. En ese momento lo único que hacia era cantar, era soñar despierta, era imaginar y por eso era feliz, cinco minutos, como siempre, solo cinco minutos de escape mientras caminaba a su casa, pero que se asemejaban a cuando dormía por la forma en la que viajaba a otro mundo.
Llegó y comió con su familia mientras miraban la televisión y comentaban el día, después se acomodó en el sillón con su computadora en las piernas y empezó a hablar con sus contactos de las redes sociales. Ya casi terminaba el día y algo lo cambió. Si, cuando pensaba que ya no iba a haber nada interesante, experimento una conversación con uno de sus conocidos virtuales. Habló de todo, se conocieron. Eloisa le contó partes de su vida, le contó experiencias, Felipe le contó sus anécdotas, sus creencias. De golpe vieron lo parecidos que eran, prácticamente pensaban igual, sentían igual y habían vivido cosas similares. No significaba nada, pero a la vez, significaba todo.
Pasaron las horas y no las noto de lo sumergida que estaba en esa conversación. Cuando vio que el reloj despertador de su hermano sonaba decidió saludar e irse a dormir. No podía creer que había postergado sus sueños por una conversación con alguien a quien nunca había visto cara a cara, eso era lo que la extrañaba, eso era lo mágico, ese era el suceso que ella esperaba que transformara su día, aunque no sabía como iba a afectar su rutina cuando volviera a salir el sol.


¿Qué le pasaba a Eloisa? Ese era el mayor interrogante. Ella no lo sabía, creía entender un poco porqué razón se sentía así pero había partes que parecían huecas, espacios que no podía descifrar. Notaba que el problema era entre su cabeza y su corazón, ella misma se negaba a creer algunas cosas y a sentir algunas otras. Se mentía, constantemente se mentía para no caerse, para seguir en la línea recta que caminaba, pero en ese momento mentirse no le estaba funcionando. Su cabeza empezaba a ver lo que había en su corazón y su corazón empezaba a sentir lo que pensaba su cabeza, ahí estaba la guerra. Solo mirando para adentro lo iba a poder solucionar, pero trabajar en ella misma le daba miedo.
Había varios temas rondándola. En un corto periodo de tiempo tuvo una seguidilla de noticias que la fueron afectando. Estas, se sumaron a las incertidumbres y cuestiones con las que ya cargaba años atrás.
No era fácil esa vida, vivir le estaba costando. En su cuerpo había varias Eloisas peleando por el papel principal y no sabía cual era la pura, la verdadera, la correcta. A veces pensaba si los problemas que sentía enormes no eran tan grandes en realidad, pensaba que su cabeza los agrandaba, que ella era pesimista y veía todo peor de lo que era, pero otras veces, cuando se sentaba y sentía un agujero en su pecho, cuando notaba la angustia que esos conflictos le generaban, se convencía de que no eran inventos de ella, que eran de ese tamaño, del tamaño que ella sentía que eran, al menos afectaban su vida con ese grado de dolor.
De a poco, con el tiempo tendría que ir buscando las respuestas a esas preguntas, tendría que ir cerrando los temas, dando vuelta las páginas y escribiendo nuevas historias. Debía trabajar duro, enfrentar el miedo y arriesgarse mucho, pero era la única solución para poder sonreír nuevamente con franqueza.



Y esta es la introducción de la novela que pienso escribir, falta pulirla, seguramente se cambien cosas, pero es la base, y la comparto para escuchar sus críticas

ASIGNATURAS PENDIENTES - UNA MENOS

  1. Paul McCartney
  2. Queen
  3. Green Day
  4. Arjona
  5. Callejeros
  6. Las pastillas del abuelo
  7. Callejeros
  8. Las pastillas del abuelo
  9. Miley Cyrus
  10. Ciro y Los Persas
  11. Britney Spears
  12. Drexler
  13. Simple Plan
  14. Calamaro
  15. Lady Gaga
  16. Eminem
  17. 3 doors down
  18. Coldplay
  19. Robbie Williams
  20. Shakira
  21. Billy Ray Cyrus
  22. Glee
  23. Kevin Johansen
  24. Ivan Noble
  25. Good Charlotte
  26. Justin Bieber
  27. Adele

jueves, 1 de diciembre de 2011

CON MI VIDA!

El primer amor no es la primera persona que te gustó ni la primera persona que fue tu novio o tu pareja. El primer amor es la primera persona por la cual sentiste cosas inimaginables, es la primer persona que te hizo sentir lo que nunca nadie te había hecho sentir antes, la primera persona por la cual hiciste cosas que nunca pensaste que harías, esa personita que amaste con locura, la que te hizo sentir las cosas mas puras, esa persona que te hizo feliz con una mirada, con una sonrisa o simplemente con su presencia. Justamente esa persona FUE TU PRIMER AMOR, el cual nunca podrás olvidar.Y si, puede ser que alguna vez te allá hecho sufrir, pero lo que se siente por ESE primer amor es ÚNICO y jamas se olvida. ♥






Siempre vas a ser mi mitad! Ese primer amor sos vos, y así como dice por más peleas, heridas, mentiras, siempre va a haber algo más fuerte y es el "hilito" que nos une aunque a veces no querramos que sea asi.
Te quiero con mi vida!