
Habría que optar entre dejar de sufrir o dejar de amar. Pues el amor, que al principio está formado de deseo, más tarde sólo se mantiene por la ansiedad dolorosa. Yo sentía que una parte de la vida de Albertina se me escapaba. El amor, tanto en la dolorosa ansiedad como en el gozoso deseo, es la exigencia de un todo. No nace ni subsiste como no haya una parte por conquistar. Sólo amamos aquello que no poseemos por completo. La búsqueda de la felicidad en la satisfacción del deseo moral era algo tan ingenuo como la empresa de alcanzar el horizonte avanzando hacia él. Cuanto más avanza el deseo, más se aleja la auténtica posesión. De modo que si la felicidad, o al menos la ausencia de sufrimientos, puede hallarse, no debe buscarse en la satisfacción sino en la reducción progresiva, en la extinción final del deseo. Tratamos de ver el objeto amado, pero deberíamos procurar no verlo, pues sólo por el olvido se llega a la extinción del deseo. Los vínculos entre un ser y nosotros existen sólo en nuestro pensamiento. Al debilitarse la memoria, se relajan, y pese a la ilusión con que querríamos engañarnos y, por amor, por amistad, por cortesía, por respeto humano, por deber, engañar al mismo tiempo a los demás, existimos solos. El hombre es el ser que no puede salir de sí, que no conoce a los demás sino en sí mismo, y si dice lo contrario miente. Uno cree que en función de su deseo cambiará las cosas de su entorno; lo cree porque, fuera de esto, no ve ninguna otra solución. No piensa en la que sucede normalmente y que es igualmente favorable: no conseguimos cambiar las cosas según nuestro deseo, pero poco a poco nuestro deseo cambia.
MARCEL PROUD.
otra vez, un fragmento extraido de http://www.redundant.obolog.com un capo.
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